La esencia de la ética budista reside en el hecho de que el comportamiento condiciona al ser. Sin embargo, no sólo importan nuestros actos.
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El estado mental que nos impulsa a obrar es crucial. La ética budista es una ética de intención. Los actos en sí mismos son neutrales. Lo que importa es el estado mental, la voluntad que se esconde detrás de la acción.
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El budismo no habla en términos de correcto o incorrecto, bueno o malo, sino que trata de intenciones positivas o negativas. La voluntad positiva, basada en la generosidad, el amor y la claridad, produce resultados positivos desde el punto de vista kármico, nos aleja del engaño y nos conduce hacia la iluminación. La voluntad negativa, basada en la codicia, el odio y la ignorancia espiritual nos mantiene en el samsara, girando en una rueda infinita de dependencia repetitiva y habitual.
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"Lo que seremos en el futuro estará determinado por las condiciones del presente y uno de los factores determinantes principales de lo que seremos en el futuro es nuestro comportamiento actual. Nuestros actos determinan lo que somos."
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